Marie Paule Noelle nació en Sakassou y creció en Abidjan, en Costa de Marfil.
Su vida ha sido dura desde que era pequeña. Con tan solo dos años, perdió a su madre, lo que la marcó para siempre. Creció con sus hermanos, su padre y su madrastra.
Siempre fue buena en la escuela. Las matemáticas se le daban bien y le parecían fáciles y su pasión por la lectura hacía que le encantara literatura, pero la falta de recursos económicos en su familia hizo que no pudiera terminar la educación primaria. Desde entonces, ha tenido muy presente la importancia de la educación y la formación.
Guarda con mucho cariño el recuerdo de las celebraciones familiares de fin de año. Añora el ambiente de fiesta y estar reunida con sus seres queridos, de los que se ha tenido que separar o a los que ha ido perdiendo por el camino. Murieron en 2018 sus dos hermanos y en 2019 su padre, lo que supuso un duro golpe para ella, una de las etapas más difíciles de su vida.
Se dio cuenta de que no podía seguir en Costa de Marfil y decidió apostar por salir de allí. Había estado trabajando en una tienda de cosméticos y utilizó todos sus ahorros para emigrar y mejorar su situación. Consiguió llegar a Marruecos, donde, sin embargo, nada era como ella esperaba: se le juntaron problemas de salud derivados de la situación vivida durante el viaje con el cambio de vida drástico en un país nuevo. No era exactamente lo que se había imaginado. Además, aunque su hijo Abderahim Chance, de casi dos años, vive ahora con ella en Tánger, ha tenido que dejar atrás a su hija de cinco años Aute Floriane. La llama todos los días a Costa de Marfil por Whatsapp y sueña con el día en que tenga un trabajo estable para poderla reunir con ellos en Marruecos.
Al llegar al país, invirtió el dinero que le quedaba en acceder a un trabajo de cosecha de tomates en Agadir, pero a pesar de las promesas de la empresa que la empleó, el contrato duró solo tres meses. Tiempo después llegó a Tánger, donde trabajó de forma irregular limpiando establecimientos. Acompañaban los ingresos ínfimos que le daban con un poco de comida, pero ni así podía cubrir sus necesidades básicas.
Uno de sus miedos más fuertes ahora es no poder mantener a sus hijos. Va tras el sueño de encontrar un trabajo estable y digno, porque no quiere terminar pidiendo en la calle.
Conoció DARNA a través de una amiga. En marzo de 2019 se inscribió a un curso de hostelería que superó con éxito, incluyendo prácticas en un hotel de la ciudad. Le encantaría desarrollarse profesionalmente en este sector en el que ha demostrado hasta ahora muy buenos resultados.
Gracias a la capacitación y el acompañamiento que está recibiendo, su vida ha dado un giro: la formación y su participación activa en programa el educativo “Buenos Tratos” y en el gabinete jurídico y social la están ayudando a superar ya las dificultades que la llevan persiguiendo tanto tiempo. Se siente optimista y acompañada en este proceso de inserción social y laboral adaptado a sus necesidades específicas. Cumplir su objetivo cada vez está más cerca: encontrar un trabajo estable para mantener a su familia y tener a Aute Floriane a su lado de nuevo.
Su lema de vida, que intenta transmitir a sus hijos, es «No importa cuántas veces te caes sino las que te levantas» y así lo demuestra la valentía con la que vive. No se arrepiente de haber apostado por la migración a Marruecos, a pesar de los problemas que ha ido enfrentando. Su gran meta ahora es continuar luchando y conseguir darles una buena educación a sus hijos.
Los objetivos de este proyecto, financiado por el Ayuntamiento de Madrid, son sin duda los adecuados para alguien como Marie Paule: mejorar la garantía, la protección y el ejercicio de los derechos de las mujeres en situación de elevada vulnerabilidad en Marruecos, y más concretamente en Tánger.