Al igual que en otros países africanos, la pandemia de la COVID-19 en Malí ha afectado a un número menor de personas que en otras regiones del mundo. Desde el 25 de marzo al 5 de octubre de 2020, el total de casos confirmados en el país es de 3.189, con un número de muertes de 131 personas, lo que representa una letalidad del 4.1% (fuente INSP). En total, 36 de los 75 distritos sanitarios – repartidos por nueve de las once regiones del país – se han visto afectados: el distrito de Bamako concentró casi la mitad de los casos (50,51%), seguido de las regiones de Tombuctú (17,93%), Koulikoro (8,4%), Mopti (8,0%) y Kayes (7,4%).
Sin embargo, aunque la situación no ha sido hasta ahora de contagio masivo ni de colapso sanitario, la pandemia tiene unos efectos socioeconómicos sobre la población (desaceleración económica hasta el 0,9%, caída del PIB, aumento de la tasa de desempleo, disminución de remesas de la emigración procedente de Europa, aumento de los precios de los productos de primera necesidad, disminución de los ingresos y del poder adquisitivo de los hogares) que van a impactar de forma negativa y duradera en las cifras de pobreza que ya registra el país y los efectos indirectos van a ser más devastadores que los efectos directos.
Nº de Personas con necesidades/atendidas por sector
La región de Sikasso, región donde CONEMUND, junto a su socio local ADAF GALLE, está ejecutando el proyecto “Mejorada la seguridad alimentaria y nutricional con un enfoque de equidad de género y empoderamiento de las mujeres en 8 aldeas de la comuna rural de Koumantou, región de Sikasso, Mali”, se ha visto poco afectada en relación a los datos generales del país, con un total de 113 casos y 4 muertes registradas, por lo que las actividades del proyecto, con el esfuerzo del personal de CONEMUND y de los técnicos locales, siguen ejecutándose.
En cuanto a los efectos en la seguridad alimentaria de la población, ámbito en el que actúa el presente proyecto de CONEMUND, la situación es muy grave en Malí. Se trata de un país continental que no tiene salida al mar y depende en gran medida de la importación de productos de primera necesidad, pero el comercio exterior se ha reducido considerablemente debido al cierre de las fronteras terrestres y aéreas por la pandemia y, más recientemente, por el embargo de la CEDEAO tras el golpe de Estado ocurrido el pasado 18 de agosto. La disminución de remesas de la emigración procedente de Europa también va a tener un efecto muy importante en las cifras de pobreza que ya registra la zona. Se espera que la tasa de pobreza crezca en un 2.7% en 2020, y que la pandemia de la COVID-19 podría sumir en la pobreza a 800.000 malienses más si no se toman medidas urgentes para rescatar a las poblaciones ya vulnerables y poco resilientes tras las múltiples crisis y choques sufridos, todo esto en un contexto marcado por los conflictos políticos e institucionales, el período de escasez y las consecuencias de las sequías y las inundaciones estacionales. Todo esto supone un impacto negativo enorme sobre la disponibilidad y el acceso a los alimentos para la mayor parte de la población, que vive precariamente en el sector informal.
Según los datos actuales del dispositivo de prevención de crisis alimentarias (Sistema de Alerta Precoz y Clúster de Seguridad Alimentaria), 1.340.741 personas han sufrido crisis alimentarias (fase 3 y 4) entre junio y agosto de 2020. De esa cifra, 129.874 personas se encuentran en la fase 4 (emergencia), lo que supone un 5,90% de la población total del país. Hay, además, 188.053 niños/as en riesgo de desnutrición aguda grave en 2020, según datos de OCHA. Respecto a la misma fecha el año anterior, el número de personas que experimen una inseguridad alimentaria severa casi se ha cuadruplicado. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura señala que en el último año el país ha presentado una tasa global de desnutrición aguda del 10% y una tasa de desnutrición crónica del 24%, datos que se estiman serán peores como consecuencia de la pandemia.
Las actividades del proyecto de CONEMUND han continuado a pesar de las dificultades y se han adaptado a la pandemia de la COVID-19 mediante la aplicación de medidas de mitigación y prevención de la enfermedad, como el uso de mascarillas y gel hidroalcohólico, la limitación de participantes en ciertas actividades, aumentando las sesiones, y la realización de un seguimiento permanente individual y familiar por los técnicos locales del proyecto.
Además, diferentes organizaciones sociales en el país, entre las que se encuentra CONEMUND, mantienen un diálogo continuo sobre la evolución de la pandemia y las medidas que el Gobierno de Malí debe adoptar para mitigar las graves consecuencias que la COVID-19 está teniendo en la población. Entre ellas, proporcionar ayuda alimentaria a 1.340.741 personas, reforzar las actividades de prevención y control de la malnutrición o apoyar a los productores más vulnerables con insumos (semillas, equipos, etc.).
CONEMUND, junto a sus socios locales, está en un proceso permanente de análisis de la realidad con el fin de adaptar los proyectos que actualmente tiene en ejecución a los contextos actuales que vive el país y el mundo y las futuras intervenciones que se desarrollen en Malí.